Como la madre de Huidobro,
bordo lágrimas desiertas
en los primeros arco iris.
Aunque cada vez más seguido
tengo la sensación
de que serán los últimos.
De tarde en tarde,
los arco iris se rebelan
y los colores se escapan
reivindicando vida propia,
revoloteando en los otoños,
en los niños, en los automóviles.
Pero las ganas de llorar
no se me pasan.
Los colores inevitablemente
regresan al bordado
diluyéndose en el llanto incontenible
que brota de mi entraña.
ArcoIris_
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