en un otoño recurrente que regresa
trescientos sesenta y cinco veces al año.
De mis pies crecen raíces que se aferran
a una realidad, a veces discutible,
a veces entrañable.
Mis ojos escudriñan en cada ocaso
deseando que el sol, realmente,
se dirija a alguna parte.
de mis manos brotan artefactos indescriptibles
y aún puedo parir una que otra idea
desacertada o correcta, pero idea.
Soy el fantasma de las primaveras pasadas,
de los amores aún amados, de las tardes de lluvia.
Voy caminando, lentamente hacia ese punto
que todos dicen que está y que yo no veo.
El fantasma de las primaveras pasadas
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