Más que el sol de la mañana
Y tus palabras ardientes
Tatuaban mi piel al rojo vivo.
Tú fuiste la esperanza que venció a la experiencia.
Es que mi alma, desnuda y llagada,
Te esperaba.
(Apenas la luz de un cerillo al viento
La ilumina esta noche)
Cuando te escuché llorar, abrí mis venas
Y te dejé entrar por ellas
Hasta envenenar con tu verde espuma
El último de mis rincones habitables.
Y allí te quedaste posado,
Como una oruga, enquistándote.
Me habitaste, devoraste,
Engulliste mis entrañas,
Y, una vez satisfecho tu voraz apetito,
Rompiste el capullo y echaste a volar.
¡Cómo duele mirarme en tu espejo!
Reconocer en tus alas
Los colores que vestí algún día.
También fui crisálida en tránsito
Y nutrí mi oscuro vuelo de otros cuerpos,
Que quedaron, como el mío tras tu partida,
Horadados y agónicos
A un lado del camino.
Lola_Mento
No hay comentarios:
Publicar un comentario